Una buena ortografía ayuda muchísimo a que la comunicación entre las personas sea clara y efectiva.
Escribir sin faltas hace que el mensaje le llegue con precisión a quien lo recibe.
Y practicar la ortografía desde una edad temprana crea una base sólida para el aprendizaje de nuevas palabras, la comprensión lectora y la expresión escrita.
Escribir a mano es la experiencia sensomotora más repetida en la vida de un individuo y tiene una grandísima influencia en cómo se estructura nuestro cerebro.
Aunque dentro de la escritura la ortografía ocupa un lugar pequeño, no dominarla implica costes sociales y escolares muy elevados.
Cada vez que un niño o una niña practica la escritura a mano está dando un paso gigante en su camino hacia el dominio de esta habilidad esencial para su desarrollo y aprendizaje.
A escribir se aprende escribiendo y dedicando tiempo y energía.
Si la destreza de escribir a mano de forma fluida no se desarrolla en la infancia, será muchísimo más difícil construirla con la misma solidez en el futuro.
